domingo, 21 de agosto de 2011

Días de penumbra

Hacia donde corrían las nubes, el aire traspasaba todo a su camino.
La inclinación, de los viejos de madera,
Señalaba hacia donde huía el viento silencioso.

Allí, la noche cobijaba el cielo opaco,
Mientras la luna asomaba su pálida silueta.
Las calles vacías como ríos secos,
Reflejaban la adrenalina de la esperada noche;
Todo esto mientras las sombras erguían sus formas amorfas.

El silencio cubría efímeros rincones.
Un alba, que nunca fue invitado,
Amenazaba con dar pausa a una escena lúgubre y macabra.
Oh cuán tormentante luz,
Entre aquellas escenas vetustas que jamás olvidaré.

Es esa luz, la que sale entre mis fantasiosas y anheladas noches,
Con un porte sutil, denso y rasgado.
Es aquella luz, la que brilla mientras doy por terminado mi ritual;
Es aquella luz, la que me desfigura cada día de penumbra.

Ahora, mis ojos no quieren mirar
Y mi cuerpo descansará en una fosa común;
Pero solamente hasta que la noche me reviva de nuevo.
Para brindar otro banquete al servicio infernal.

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